e20 La aplicación de lo cotidiano. Pedro Puertas

10/01/2017 § Deja un comentario

 

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e.21 La aplicación de lo cotidiano. Pedro Puertas, Granada.

En éste artículo Pedro Puertas se centra en uno de los últimos proyectos de Antonio Jiménez Torrecillas, una casa unifamiliar en Rota.  Aquella casa antes fue
 la casa de unos Americanos que trabajaban en la vecina base militar.

(…) Entre pinos vivieron aquellos americanos, pinos atlánticos de troncos altos y torcidos quizás por el levante y que terminaban en una copa espesa de intensos verdes. Pinos que saltaban de parcela en parcela marcando lo que con anterioridad fue un bosque y entre cuyos claros aquellos americanos encontraron cobijo. Esta historia vegetal testigo de lo cotidiano no podía desparecer y así lo entendió Antonio.

El trabajo para mantener con vida dichos árboles, dicha memoria vegetal le asemeja a otro trabajo nacido de querer entender el tiempo, la arqueología. La búsqueda y el mimo hacia las raíces de cada uno de estos testigos de aquella vida lúdica que primero tuvo su acción en el supuesto bosque y más tarde en la vida al exterior de aquellos americanos le hizo a Antonio establecerlos como necesarios para una tercera vida que era la de los nuevos ocupantes de aquella nueva casa. Estableciendo una casa en vertical que se acercara poco a poco a aquella copa de verdes intensos

La historia cotidiana, la improvisación de la vida fue para mi la fresca mirada de Antonio con la que combatió y destruyó al aburrido y viejo cubo perfecto de sus inicios. (…)

Puedes leer el artículo completo aquí: La aplicación de lo cotidiano

Si quieres conocer la versión papel: engawa papel

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Los grandes maestros no necesitan dar lecciones para enseñar…

14/12/2016 § Deja un comentario

 

Este texto publicado en este número de engawa en homenaje a Antonio Jiménez Torrecillas fue leído por José Lucena,  amigo íntimo  Antonio, en la misa celebrada en la Iglesia de San Cecilio de Granada, en ella sonaron dos canciones de los planetas.

«…Los grandes maestros no necesitan dar lecciones para enseñar, de ellos se aprende sólo con estar a su lado. Y Antonio fue un gran maestro, para muchos de sus colegas el maestro de la luz, y para muchos de nosotros el maestro de la vida. Decía que la fuerte luz de nuestra tierra había que administrarla, que dosificarla para así disfrutar de ella. Y eso era lo que precisamente él hacía con la vida, era como una celosía que iba tamizando las experiencias que le iban llegando y los que teníamos la suerte de refugiarnos de vez en cuando tras esa celosía recibíamos una luz mucho más cálida. Y eso lo realizaba con tal naturalidad que hacía que pareciera algo exclusivamente innato, cuando en realidad en muchos casos era un ejercicio constante, consciente y disciplinado. Tardé tiempo en darme cuenta que eso era así, pero entonces entendí el gran mérito que tenía. El, al igual que todos los grandes maestros, era el resultado de una suma de talento y trabajo.»

lee el resto del texto aquí: Antonio Jiménez Torrecillas por José Lucena.

La fotografía pertenece a Alberto Twose, publicada originalmente en: engawa 07

Editorial engawa # 20

10/11/2016 § Deja un comentario

editorial

 

Tras los pasos de Antonio o como seguir sus huellas.

Este número de engawa se divide en dos partes. Una primera donde hemos reunido los textos más íntimos que nos han llegado por parte de conocidos o familiares de Antonio y una segunda donde se encuentran los textos más analíticos de su trabajo y entre ambas, como una bisagra, una fotografía.

Ya ha pasado más de un año desde su joven muerte y mucho han conseguido sus allegados para que su memoria prevalezca: números de revistas dedicados a su obra, como la de Márgenes de Arquitectura, actos en memoria, como los realizados por el Colegio de Arquitectos o la Escuela de Arquitectura de Granada o por el artista Emilio Zurita, nombres de espacios destinados a la cultura o el debate tanto en la estación del Alcázar Genil o en la Escuela de Arquitectura, así como medallas de honor y demás homenajes que como una estela han atravesado este año sin Antonio en Granada y que define, sin duda, cuánto Antonio le dio a su ciudad.

Antonio será irreemplazable para todos aquellos con quien compartió o algún momento íntimo o laboral; pero, sobre todo, será imposible sustituir su figura de arquitecto en una ciudad, Granada, anclada aún en un provincianismo cultural y social que no le deja ser aquella ciudad que muchos han soñado por su herencia cultural, su enclave y su territorio. De ahí que la pérdida de Antonio Torrecillas aún tenga más relevancia.

Antonio fue una persona que supo perfectamente estar entre los dos flancos que dividen este país, España y su ciudad , Granada y todo para conseguir un propósito: hacer Arquitectura para mejorarnos. Antonio, como cualquier arquitecto responsable, tenía un mensaje por encima de estilos o de manera de hacer y era éste: “tenemos una oportunidad y hay que aprovecharla” o “debemos dar lo mejor de nosotros mismos” y, sin duda, que él lo hizo. Intentar pensar en todo lo que podría haber dado es evitar la enseñanza de todo lo que nos ha dejado. Antonio sin tener la intención de ser un profeta supo ser la persona que nos abrió el camino en una aventura o aquélla que nos sostiene el catalejo para ver a lo lejos un objetivo.

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